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Sobre esta pieza

"Toda la semana he estado sentado piano y componiendo y escribiendo y riendo y llorando, todo al mismo tiempo", escribió Schumann a su amada Clara Wieck desde Viena en marzo de 1839. "Encontrarás esto bellamente ilustrado en mi Opus 20, la gran Humoreske."

Schumann necesitaba una feliz diversión en su vida en ese momento particular: era muy infeliz al estar separado de Clara, pero de alguna manera ella no fue capaz de atender la petición de Robert de que viniera a Viena para reunirse con él. Además, su razón para estar en Viena era poder establecer en la capital austriaca su diario, Neue Zeitschrift für Musik, que había fundado en Leipzig en 1833. Pero los padres de la ciudad dijeron un rotundo "No". Entonces, ¿qué hacer aparte de componer una nueva obra maestra de teclado.

De hecho, Schumann en 1839 estaba cerca del final de la línea de obras para el teclado, maestro o no. Su vida creativa se había centrado casi exclusivamente en la música para el pianoinstrumento en el que imaginaba convertirse en un virtuoso. Este sueño, sin embargo, se hizo añicos cuando se lesionó los dedos con un artilugio que usó para fortalecer los dedos que podrían haber sido su medio para alcanzar la fama en la interpretación. Pero gracias a los dioses de la música por su catálogo de magníficas piezas para teclado; después de su matrimonio con Clara en 1840 se dedicó a las canciones y luego a las sinfonías y a la música de cámara, todo contribuyendo a su inmortalidad.

La Humoreske puede ser una de las piano obras de Schumann más difíciles de amar sin reservas. La larga pieza es episódica de una manera que no proporciona una centralidad de carácter. La encantadora simplicidad de la sección inicial (que se repite sólo una vez, después de las juguetonas páginas siguientes) crea un ambiente que se repite de forma intermitente. Hay un típico brío rítmico Schumannésico, ingenio armónico y tierno canto a lo largo de la obra, todo lo cual tiene un fuerte atractivo. Y aparentemente el tema principal al principio de la sección final tenía un fuerte atractivo para Schumann, que lo recordó unos diez años más tarde al escribir la música incidental para Manfred de Byron.

De capricho, que es uno de los significados de la palabra humoresco, hay mucho más implícito que real jugueteo en el humoresco según Schumann. De lo real, en una sección se repite una idea de cinco notas como si fuera un tartamudeo antes de continuar la frase. En la apreciación de la obra, uno debe confiar en la explicación del humor del compositor como "una forma de ver las emociones con irónico desapego". Así la ironía de la música que cambia continuamente de perspectiva, que se gloría en la imposición de cambios de humor que parecen tan a menudo asaltar un hilo emocional. Esta es una obra a gran escala sin formalismo consciente, los pensamientos musicales fluyen sin inhibiciones: "riendo y llorando".

-Orrin Howard