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Sobre esta pieza

Compuesto: 1904-1905
Longitud: c. 9 minutos
Orquestación: flautín, 3 flautas, 2 oboes, corno inglés, tacones, clarinete en mi bemol, 4 clarinetes, clarinete bajo, 3 fagotes, contrafagot, 6 cornos, 4 trompetas, 4 trombones, tuba, timbales, percusión (bombo, castañuelas, platillos, glockenspiel, caja, tam tam, pandereta, triángulo, xilófono), celesta, 2 arpas y cuerdas Primeras actuaciones de LA Phil
: El 15 de enero de 1928, Georg Schnéevoigt dirigió

"¡Ah! ¡No me permites besar tu boca, Jokanaan!" Con estas palabras, comienza una de las escenas más decadentes jamás concebidas para el escenario. Vemos a la princesa bíblica adolescente Salomé sosteniendo una bandeja de plata en la que descansa la cabeza ensangrentada y decapitada de Jokanaan (Juan el Bautista). "¡Bueno, lo besaré ahora! Lo morderé con los dientes como se muerde una fruta madura", dice, anticipando vorazmente un momento que ha esperado durante el curso de la ópera de Strauss.

Strauss vio por primera vez Salomé de Oscar Wilde en una traducción alemana en Berlín en noviembre de 1902. Adaptó su propio libreto de esa traducción, y la ópera que resultó escandalizó a Europa y América. La primera Salomé, Marie Wittich, se negó a interpretar la "Danza de los Siete Velos", declarando que ninguna mujer respetable se desnudaría en el escenario; la hija de J.P. Morgan encabezó una cruzada contra la obra en Nueva York, lo que significó que todas las actuaciones posteriores fueron canceladas después de que la Ópera Metropolitana inaugurara la obra en 1907; y el Káiser Guillermo II de Alemania se preocupó de que Salomé hiciera mucho daño a la carrera de Strauss. "El daño", comentó el compositor más tarde, "me permitió construir mi villa en Garmisch".

En Salomé, encontramos a Strauss revisando el precedente establecido por Wagner en obras como Tristán e Isolda y Götterdämmerung de incluir una monumental escena final para soprano. El tono del final de Salomé es bastante diferente, sin embargo. Nuestra heroína está transfigurada, seguro, pero en un necrófilo demente y depravado. El amor y la muerte se repiten aquí, pero la visión trascendente de Isolda es reemplazada aquí por la horrible pesadilla de Salomé.

Ella ha estado fascinada con Juan el Bautista desde que comenzó la ópera, con su cuerpo blanco, su pelo negro y sus labios rojos. Baila la "Danza de los Siete Velos" para su lujurioso padrastro Herodes cuando le promete darle lo que quiera a cambio. Así es como pone la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Mientras la acaricia, la contempla y finalmente la besa, se recuerdan varios temas de antes de la ópera, incluyendo la música de la "Danza de los Siete Velos". Abrumado por la repugnancia y la repugnancia, Herodes ordena a sus guardias que la maten, y la aplastan bajo sus escudos.

- John Mangum