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De un vistazo

Compuesto: 1901-1902

Duración: c. 43 minutos

Orquestación: 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagots, 4 trompas, 3 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales y cuerdas.

Primera actuación de la Filarmónica de Los Ángeles: 2 de diciembre de 1921, Walter Henry Rothwell dirigiendo

Sobre esta pieza

En marzo de 1900, un par de meses antes de la primera gira europea de conciertos de la Orquesta Filarmónica de Helsinki, Sibelius recibió una carta firmada por "X". X preguntaba si Sibelius había pensado en escribir una obertura para el concierto de la Exposición Universal de París. Declaró: "El nombre de tu obertura debería ser Finlandia, ¿no?". Fue el Sr. X, alias Barón Axel Carpelan, quien inventó el nombre de una de las composiciones más conocidas de Sibelius.

Ese mismo año, Sibelius recibió otra carta: "Lleva usted bastante tiempo sentado en casa, Sr. Sibelius, ya es hora de que viaje. Pasará el final del otoño y el invierno en Italia, un país donde se aprende el cantabile, el equilibrio y la armonía, la plasticidad y la simetría de las líneas, un país donde todo es bello, incluso lo feo. Recuerda lo que Italia significó para el desarrollo de Tchaikovsky y para Richard Strauss".

Por desgracia, el barón Carpelan no tenía un céntimo. Sin embargo, tenía contactos y logró encontrar un mecenas que accedió a proporcionar fondos para la estancia de Sibelius en Italia. Sibelius y su familia abandonaron su hogar en octubre de 1900, permanecieron dos meses en Berlín y continuaron su viaje a Italia a finales de enero de 1901. Alquiló una villa de montaña cerca de Rapallo. Sentado en su estudio, de repente le vino a la mente una referencia literaria: "Jean Paul dice en alguna parte de [la novela cómica] Flegeljahre que el momento del mediodía tiene algo de ominoso... una especie de mutismo, como si la propia naturaleza estuviera escuchando sin aliento los pasos sigilosos de algo sobrenatural, y en ese preciso instante uno sintiera más necesidad que nunca de compañía".

Esta imagen siguió persiguiéndole, y escribió en una hoja de papel la siguiente visión: "Don Juan. Sentado en la penumbra de mi castillo, entra un huésped. Pregunto muchas veces quién es. -No contesta. Hago un esfuerzo por entretenerle. Permanece mudo. Finalmente, se pone a cantar. En ese momento, Don Juan se da cuenta de quién es: la Muerte". En el reverso de la hoja, anota la fecha 19/02/01 y esboza la melodía que se convertirá en el tema para fagot en re menor del segundo movimiento "Tempo andante, ma rubato" de la Segunda Sinfonía. Dos meses más tarde, en Florencia, esbozó un tema en do mayor sobre el que escribió la palabra "Christus". Este tema se convirtió en el segundo tema, en fa sostenido mayor, del mismo movimiento. El primero puede representar la muerte y la derrota, y el segundo, la vida y la resurrección.

No existen pruebas de eventuales ideas programáticas relacionadas con los demás movimientos de la Segunda Sinfonía. Pero inmediatamente después de su estreno, el 8 de marzo de 1902, la sinfonía fue apropiada como emblema de la liberación nacional. Los duros tiempos que sufrió el Gran Ducado de Finlandia bajo el "programa de rusificación" del zar Nikolai II entre 1899 y 1905 invitaban a tal interpretación. Pero fue Robert Kajanus, fundador y director de orquesta de la Orquesta Filarmónica de Helsinki, quien lo expresó con palabras: "El Andante nos parece la protesta más desgarrada contra toda la injusticia que amenaza en la actualidad con privar a la dom. de su luz y a nuestras flores de su aroma.... El scherzo ofrece una imagen de preparación frenética. Todos amontonan su paja en el pajar, todas las fibras se tensan y cada segundo parece durar una hora. En la contrastante sección del trío, con su motivo de oboe en sol bemol mayor, se percibe lo que está en juego. El final se desarrolla hacia una conclusión triunfal que pretende despertar en el oyente una imagen de ligereza y confianza en el futuro".

Sibelius negó categóricamente cualquier lectura programática de este tipo, afirmando que sus sinfonías eran pura música absoluta. No obstante, hay estudiosos que creen en las connotaciones políticas de la sinfonía. La controversia, sin embargo, no es productiva, ya que no puede resolverse; e incluso si el compositor tuviera en mente un programa secreto, la recepción de la sinfonía como obra de arte no requiere ningún conocimiento del mismo. -Ilkka Oramo