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De un vistazo

Compuesto: 1947-48

Duración: 17 minutos

Orquestación: piano arpa, cuerdas y clarinete solista

Sobre esta pieza

El clarinetista Benny Goodman, enfrentado en el decenio de 1940 a un final decisivo de la era del swing y a la falta de interés del público por su marca de jazz de grandes bandas, comenzó a dirigir su atención no a los sucesores del swing, sino más bien al repertorio clásico. Ya logrado en los estándares del repertorio de clarinete, Goodman decidió en cambio encargar un puñado de nuevas obras para su propio uso. No era un concepto nuevo; el clarinetista de jazz Woody Herman también había tomado un camino similar, pidiendo a Igor Stravinsky que escribiera su Concierto de Ébano. Pero a diferencia de muchas obras de fusión novedosas de la época, dos de las piezas que Goodman encargó - los Contrastes de Bartók y Coplandel Concierto para Clarinete de 's - han perdurado como hitos del repertorio moderno.

Goodman pidió Copland escribir la obra en 1947, dos años después de que el compositor ganara el Premio Pulitzer por el ballet Primavera de los Apalaches y otros dos antes de que ganara un Premio de la Academia por la música de La Heredera. El año 1947 también coincidió Copland con una gira latinoamericana de cuatro meses; como resultado, se pueden encontrar sombras de los estilos musicales latinos en el bullicioso segundo movimiento del Concierto para Clarinete. Copland terminó la obra en el otoño de 1948, poco después de regresar de la gira, pero Goodman se mostró reacio a tocar la edición original, expresando su preocupación por la notación rítmica a menudo complicada y el uso extensivo del registro superior del instrumento en el segundo movimiento. (Copland, familiarizado con el amplio rango de Goodman después de escuchar las grabaciones del clarinetista, permaneció sin estar convencido de la dificultad de su Concierto pero aceptó simplificar partes de la obra de todas formas). Sin embargo, incluso con las revisiones, Goodman no estrenó el Concierto hasta 1950.

Medio siglo después, la obra perdura como un brillante ejemplo del Coplandvocabulario musical. Sus modismos característicos - desde los acordes abiertos y escasos y el timbre basado en la madera de Our Town hasta el inconfundible sonido americano occidental de Billy the Kid y el sabor latino de El Salón México - están todos presentes, intercalados con un toque de jazz. La cadencia en particular (intercalada entre los dos movimientos de la obra, que resulta en 17 minutos de música continua) muestra Coplandel lenguaje versátil de la obra; sus dos minutos y medio son una encantadora transformación de la atmósfera melancólica y lírica del primer movimiento a los extravagantes y forzados estilos de jazz del segundo. Si a esto le añadimos un aumento constante y creciente de la energía del conjunto, pasajes staccatissimo en el registro más alto del clarinete, y un final alegre (con glissando final a la Rhapsody in Blue), la obra se presenta casi como un Copland tutorial.

- Jessica Schilling