Sobre esta pieza

El fenomenal éxito de los "grandes éxitos" de Ravel (especialmente el casi notorio Boléro) puede cegarnos ante las sutilezas de sus obras más encantadoras. El refinamiento de las texturas orquestales que Ravel utiliza en esta suite es una fuente inagotable de asombro. Tras la melodiosa "Pavane de la Bella Durmiente", nos transporta al bosque donde el rastro de migas de Pulgarcito es víctima de varios pájaros cantores. Sigue una colorida y exótica representación de las cosas chinas, cuando "Laideronette, Emperatriz de las Pagodas" se baña mientras se entretiene con cáscaras musicales de nuez y almendra. Luego viene "Conversaciones de la Bella y la Bestia", que el escritor británico Gerald Larner describió como "la primera escena de amor de Ravel". Sin embargo, no se trata de una Bella y Bestia Disneyficada, y la transformación de la Bestia conduce a una celebración de la naturaleza en forma de himno, pero finalmente extática, en "El jardín encantado". La radiante orquestación es la quintaesencia de Ravel.

-Dennis Bade