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Sobre esta pieza

Es, después de todo, sólo la palabra alemana parapiano... Y varias de las sonatas de Beethoven lo tenían en su portada. Pero "Hammerklavier", esa palabra, sonando como lo hace con vehemencia y poder, sólo - sólo podría - unirse a una sonata permanentemente, la Sonata en Si bemol, Op. 106. Y no es una hipérbole llamar a esta sonata gigantesca. En su rango emocional, su dificultad técnica, su longitud, superó a cualquier predecesora. No ajenos a la comercialización, los editores vieneses de Beethoven anunciaron la nueva sonata en 1819 como una obra que "sobresale por encima de todas las demás creaciones de este maestro no sólo por su más rica y grandiosa fantasía sino también en lo que respecta a la perfección artística y al estilo sostenido, y marcará un nuevo período en las obras de pianoforte de Beethoven". 

Emocionante para el público y traicionero para el pianista, un repentino salto de la mano izquierda y una fanfarria de acordes fortissimo parecen agarrar y sacudir la piano vida. Inmediatamente, esta entrada enérgica es contrarrestada por la calma, estableciendo el patrón oratorio de declaración y posterior evaluación, tensión y relajación, que impregna el primer movimiento. 

Como antídoto al constante esfuerzo que lo precede, el segundo movimiento Scherzo desactiva el humor con humor y brevedad; una transición al luto sin precedentes del inmenso tercer movimiento Adagio. El difunto Charles Rosen lo describió como "una obra de desesperación tan extrema que parece congelada con una pena que lucha por encontrar una expresión". Estamos acostumbrados en la música de Beethoven a una corriente narrativa que va de la crisis a la resolución. Debido a esto, la inmovilización del Adagio es sorprendente y se está borrando. Cualquier rayo de esperanza se extingue inmediatamente. 

El movimiento final entra en secreto, tentativamente; los pasajes de escala etérea se enfrentan a respuestas agresivas. Luego, siguiendo trinos gradualmente más optimistas, como una puerta que se abre de repente, comienza la gran fuga del cuarto movimiento. Desenfrenado, escandaloso y extático, el movimiento no es estrictamente una fuga. Beethoven explicó que "hacer una fuga no es un arte... ...pero la fantasía también reclama su derecho..." En la partitura encontramos la instrucción "Fuga a tre voci con alcune licenze" (fuga a tres voces, con alguna licencia). ¡Vaya licencia! Exabruptos y eructos a escala olímpica.