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De un vistazo

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Compuesto: 1786

Duración: c. 35 minutos

Orquestación: 2 flautas, 2 oboes, 2 fagotes, 2 trompas, 2 trompetas, timbales y cuerdas

Primera actuación de la Filarmónica de Los Ángeles: 13 de agosto de 1929, Eugene Goossens dirigiendo

Sobre esta pieza

A finales de 1786, Mozart estaba de moda en Praga. Su última ópera, Las bodas de Fígarohabía entusiasmado a los amantes de la música y había cosechado excelentes críticas. Empezaron a circular rumores de que el propio Mozart vendría a la ciudad para dar conciertos e incluso dirigir una representación de su exitosa ópera. Mozart hizo ambas cosas en una de las visitas más satisfactorias y exitosas de su carrera.

Mozart viajó a Praga con estilo, con un séquito que incluía a su esposa, Constanze, varios colegas músicos, un criado e incluso su perro Gauckerl. Los Mozart se alojaron en el palacio del conde Franz Joseph Thun, un mecenas cuya relación con el compositor se remontaba a sus días en Salzburgo. (Fue para un concierto en el otro palacio de Thun, en Linz, para el que Mozart había compuesto su Sinfonía No. 36.) Mozart y otros disfrutaban de suntuosas comidas, extravagantes espectáculos musicales y fastuosos bailes y fiestas.  

La visita culminó con dos apariciones públicas de Mozart, protagonizando un concierto en el Teatro Nacional el 19 de enero de 1787 y una representación de Fígaro tres días después. Franz Niemetschek, uno de los primeros biógrafos de Mozart, recordaba el concierto, al que había asistido: "De hecho, no sabíamos qué admirar más, si las extraordinarias composiciones o su extraordinaria interpretación; juntas nos causaron una impresión tan abrumadora que nos sentimos hechizados". Una de esas extraordinarias composiciones era la Sinfonía "Praga", que se estrenaba.

Mozart se había traído la sinfonía de Viena -el manuscrito está fechado el 6 de diciembre de 1786- y refleja su estilo sinfónico más sofisticado. Había compuesto una sinfonía completa de cuatro movimientos tres años antes -la mencionada "Linz"-, pero en esta ocasión omitió el minueto, lo que en realidad refuerza el argumento dramático de la sinfonía. El peso musical adicional se hace evidente casi de inmediato, con el brusco paso al modo menor durante la introducción lenta de la sinfonía. El allegro que sigue es uno de los más complejos que Mozart haya escrito jamás; excepcionalmente, se conservan esbozos que le muestran trabajando en posibles combinaciones temáticas. El andante, cuya disposición en forma de sonata es otro ejemplo de la sofisticación de la sinfonía, contrasta su interior y lírico primer tema con material más tenso precedido por una serie de acordes de viento madera. El final cubre un notable espectro emocional, algo evidente en sus primeros momentos, cuando Mozart pone en tela de juicio la atmósfera festiva con un parche púrpura sólo para vientos que se convierte en algo casi violento. Es una música en la que la oscuridad acecha justo debajo de la luz, en la que el equívoco pone en tela de juicio todo arrebato aparentemente alegre. -John Mangum