Saltar al contenido de la página

Sobre esta pieza

La tonalidad de re menor era una de las que Brahms rara vez utilizaba en sus obras instrumentales a gran escala, y cabe preguntarse si la imponente sombra de la Novena Sinfonía de Beethoven en re menor tuvo algo que ver con su cautela a la hora de establecerse en esa tonalidad. Está claro que la tonalidad despertó los instintos más dramáticos de Brahms, dando lugar a una música de gran urgencia, fuerza e intensidad emocional.

La Sonata en re menor (1888), la última de las tres obras de Brahms para el dúo violín-piano y la más musculosa del conjunto, representa al compositor en la cima de sus poderes. Con todas sus sinfonías y conciertos a sus espaldas, y con sólo un número relativamente pequeño de composiciones aún por salir de su seria y aún cuidadosa pluma, Brahms se muestra como un maestro intelectual y artesano, aquí en completo control de sus materiales distintivos. De hecho, en el primer movimiento, los métodos del compositor se convierten en una lección objetiva de los procedimientos clásicos-románticos.

Los elementos dominantes del movimiento están casi todos contenidos en los primeros cuatro compases: tres ideas en el violín -una cuarta ascendente, una figura descendente de ocho notas y una nota larga seguida de una nota rápida- y, la cuarta, la línea de acompañamiento de pianoen notas simples escalonadas (por tanto, inquietas) a una octava de distancia. Estos motivos altamente concentrados, tan misteriosos en sus primeras apariciones, son sometidos a una enorme variedad de transformaciones compositivas y emocionales. La más notable de ellas se produce en la sección de desarrollo, en la que piano entona un punto de pedal en "La" durante 46 compases, por encima del cual tanto el violín como piano rapsodan en una sucesión de claves. Este procedimiento dramático se repite al final del movimiento, donde, sin embargo, la acción pasa de las tormentas de re menor al sol de re mayor.

Esta última tonalidad se mantiene para el segundo movimiento del Adagio, un lugar de ternura (y sólo de pasión momentánea) que da un respiro apropiado a la extenuante actividad del movimiento anterior.

El movimiento Scherzo se asoma con no poco ingenio y brío desde el interior de su fachada de tonalidad menor (fa sostenido menor), como un niño provocador que hace todo tipo de expresiones a partir de su fisonomía temática excesivamente simple.

El final es caleidoscópico en sus cambiantes estados de ánimo, que van desde la impetuosidad hasta la pensatividad húngara y la calma coral. A través de todo ello, tenemos a Brahms en su forma más impresionante, en su forma más convincente. -Extracto de una nota de OrrinHoward