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De un vistazo

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Compuesto: 1897

Duración: c. 40 minutos

Orquestación: flautín, 2 flautas, 2 oboes, corno inglés, 2 clarinetes (2º = clarinete en mi bemol), clarinete bajo, 3 fagotes, contrafagot, 6 cornos, 3 trompetas, 3 trombones, 2 tubas, timbales, percusión (campanillas, bombo, platillos, tamboril, pandereta, triángulo, máquina de viento), arpa y cuerdas, además de violonchelo y viola.

Primera actuación de la Filarmónica de Los Ángeles: 5 de diciembre de 1929, Artur Rodzinski dirigiendo, con el violonchelista Gregor Piatigorsky y el violista Emile Ferir

Sobre esta pieza

La música de programa, música puramente instrumental que describe o "se inspira" en un texto literario, era una noción popular y muy controvertida a finales del siglo XIX. La polémica fue alimentada por el crítico avispado Eduard Hanslick, campeón de la música absoluta; a saber, una parte de su crítica de una temprana interpretación vienesa del poema en tono de Strauss Don Juan:

"Estas composiciones aparentemente brillantes no son nada si no son exitosas. He visto a los discípulos de Wagner exaltándolo con tal entusiasmo que parecía como si escalofríos de deleite corrieran por sus espinas dorsales. Otros han encontrado la cosa repulsiva... Esto no es una'pintura de tono' sino más bien un tumulto de manchas brillantes, una orgía tonal agitada.... La tragedia es que muchos de nuestros compositores más jóvenes piensan en idiomas extranjeros - poesía, filosofía, pintura - y luego traducen sus pensamientos a la lengua materna, la música".

Strauss confesó que necesitaba una historia para estimular su imaginación musical, ya fuera para una ópera, lo cual es obvio, o para una obra orquestal, un concepto que no se hizo presente hasta mediados del siglo XIX y la llegada de Franz Liszt. Los poemas sinfónicos de este compositor se basaban en textos literarios y tenían la intención de evocar sentimientos e ideas específicas, sin llegar nunca a crear un teatro musical sin cantar, hablar o escenificar, por ejemplo, un poema sonoro de Strauss, Till Eulenspiegel, Ein Heldenleben, o la presente obra.

Don Quijote se inspiró en la novela sin edad de Miguel de Cervantes del siglo XVII. Que Cervantes nos cuente brevemente su carácter y cómo se convirtió en lo que era: "A través de muy poco sueño y demasiada lectura de libros sobre la caballería, se secó el cerebro de tal manera que perdió totalmente el juicio. Su fantasía estaba llena de esas cosas que leía, de encantamientos, peleas, batallas, desafíos, cortejos, amores, tormentas....".

En la partitura de Strauss, el propio caballero, Don Quijote de la Mancha, es "interpretado" por el violonchelo solista, tema del personaje que es una cosa de nobleza y de gracia arrepentida. El tema de Sancho Panza es un asunto más proletario, introducido por el clarinete bajo y la tuba tenor antes de que la viola solista se convierta en la voz del sirviente de Don.

En la introducción, el cerebro del caballero es sugerido por el uso momentáneo de los mudos en todos los instrumentos y las armonías extrañas, bordeando el atonal. En la primera variación, se nos introduce (a través de las maderas y las cuerdas) en el amor inalcanzable del Don, Dulcinea, y allí se produce la lucha con los malvados gigantes, de hecho molinos de viento, terminando con la caída gráfica del Don de su caballo (arpa glissando). Variación II es la infame contienda con el ejército del "Gran Emperador Alifanfaron", en realidad un rebaño de ovejas (no te las puedes perder). Los críticos de la época de Strauss estaban particularmente indignados por esta cacofonía demasiado realista.

Variación III es un diálogo tranquilo en el que el Don reprende a Sancho por su falta de ideales. IV es otra escena de batalla, esta vez una batalla perdida contra una procesión de penitentes, a quienes el Don confunde con una banda de ladrones, empeñados en secuestrar una estatua de la Virgen María. Variación V: El Don ha sido sólidamente derrotado, pero apenas derrotado. Invoca una visión de Dulcinea para darle valor (cuerno, arpa, violines).

La Variación VI "relata" un truco hecho al Don por Sancho, que lleva a su maestro a creer que la primera señorita que se encuentra en la calle es Dulcinea, que es la que batea la pandereta con la cadera. El Don fulmina contra los magos que han convertido a su diosa en esta ramera. La Variación VII encuentra al Don y a Sancho Panza sentados sobre caballos de hobby, imaginándose a sí mismos volando por el aire, la atmósfera creada por un recién llegado a la batería de la orquesta en 1897, la máquina del viento. VIII: En esta loca barcarola de fa mayor, el Don y Sancho flotan en un bote sin remos hacia un amenazante molino de agua (oboe y violín). El barco zozobra pero los dos logran salvarse; dan gracias a Dios en un pasaje marcado como religioso. La religión -un tema muy confuso para el Don- también forma parte de la IX, donde se encuentra con una pareja de monjes, conversando en el estricto contrapunto de un par de fagots, que él cree que son magos malvados. Los pone en su clave de enrutamiento, Re menor.

En la Variación X un habitante del Don, Sansón Carasco, disfrazado como "El Caballero de la Luna Blanca", desafía al Don a combatir y sale victorioso. Sansón de hecho ha ideado esto como una manera de llevar a Don Quijote de vuelta a la cordura. En el Final, el velo se levanta y el Don, tristemente quizás, está de nuevo en posesión de sus facultades cognitivas. Está listo para la muerte, y, como Cervantes escribe, citando al notario presente, "Nunca una mente ha muerto tan suavemente, tan pacíficamente, tan cristianamente." Strauss refleja la escena en seis breves y suaves compases, que transmiten un estado de ánimo conmovedoramente similar al de los pasajes finales de la Tercera Sinfonía de Brahms.

La primera actuación de Don Quijote fue realizada en marzo de 1898 por la Orquesta Gürzenich de Colonia bajo la dirección de Franz Wüllner, con el solista de violonchelo Friedrich Grützmacher.