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Sobre esta pieza

El compositor Astor Piazzolla pasó muchos de sus años de formación en los barrios italianos de la ciudad de Nueva York, donde aprendió a tocar el bandoneón (un acordeón de botones de origen italiano, que ahora se asocia más a menudo con el tango argentino). Tras trasladarse a Buenos Aires y recibir una educación musical formal, el precoz Piazzolla fue aceptado como alumno de la célebre compositora y profesora Nadia Boulanger, mentora de muchos compositores singulares del siglo XX (Elliott Carter, Aaron Copland, Walter Piston, Virgil Thomson, por nombrar algunos de los estadounidenses). Después de haber estudiado con ella durante un tiempo, Piazzolla compuso varias obras poco inspiradas para Boulanger, lo que le llevó a preguntarle qué tipo de música le gustaba escribir. Después de tocarle uno de sus tangos, ella le dijo que ésa era la música que debía escribir, la música de su corazón y no de su cabeza; en lugar de seguir escribiendo más obras de cámara neoclásicas, se dedicó al tango, con una venganza. Formó su propia orquesta de tango, el Octeto de Buenos Aires y, más tarde, el Quinteto Nuevo Tango, y comenzó a componer música que acabó conociéndose como neuvo tango.

De hecho, éste se convirtió en el legado de Piazzolla, hoy conocido como el compositor moderno más consumado del tango. El baile en sí es tan popular ahora como en cualquier otro momento de la historia, y prácticamente en todas las ciudades del mundo hay alguien que enseña los sensuales movimientos a parejas ansiosas. Tocada y bailada originalmente en los burdeles de Buenos Aires, la música se escucha no sólo como acompañamiento del sensual baile, sino, gracias a Piazzolla -y a numerosas transcripciones y arreglos de aficionados como John Adams- como música seria para la sala de conciertos. -Dave Kopplin