Prelude to the Afternoon of a Faun
De un vistazo
Sobre esta pieza
Claude Debussy alcanzó la mayoría de edad como compositor durante un periodo especialmente rico de la historia cultural francesa. Hacia 1887, el compositor de 25 años empezó a asistir a las legendarias veladas de los martes en el apartamento de su amigo el poeta simbolista Stéphane Mallarmé. Entre los invitados habituales figuraban el escultor Rodin, el pintor impresionista Claude Monet, los poetas Paul Verlaine y Paul Valéry, y escritores como André Gide y Marcel Proust. Estas asociaciones tuvieron una influencia duradera en la música de Debussy. Sus obras estaban muy marcadas por las innovaciones de las artes visuales y la literatura de la época, un periodo en el que la estructura formal pasaba a un segundo plano frente al estado de ánimo, la atmósfera y el color.
Fue quizás el propio Mallarmé quien ejerció la mayor influencia sobre su joven protegido. Debussy quedó prendado de La tarde del fauno de Mallarmé, un poema épico de ensueño escrito en 1876, inspirado en una obra pastoral titulada Diana del bosque, de Theodore de Banville. El poema, muy elaborado, es un monólogo rapsódico desde el punto de vista de un fauno, esa criatura mitológica mitad hombre, mitad cabra. En un valle mediterráneo de antaño, el fauno despierta de una siesta en el bosque en una tarde soleada. Intenta desesperadamente recordar un sueño -¿o fue un encuentro real?- con un par de ninfas amorosas. A medida que la tarde se vuelve más calurosa, el fauno se adormece y, finalmente, se duerme con la esperanza de encontrar en sueños a sus esquivas consortes.
En la compleja estructura del poema de Mallarmé, "una sensualidad extrema, una intelectualidad extrema y una musicalidad extrema se combinan, se entremezclan y se oponen", como dijo el también poeta Paul Valéry. La filosofía de Mallarmé consistía en sugerir más que en nombrar los objetos. La brumosa ambigüedad de las palabras del poeta se refleja mágicamente en los ritmos fluidos y las ambigüedades tonales del Prélude à l'après-midi d'un faune de Debussy, compuesto entre 1892 y 1894. Al describir el Prélude como una ilustración muy libre del poema de Mallarmé, Debussy dijo que su música pretendía evocar "las escenas sucesivas en las que transcurren los anhelos y los deseos del fauno en el calor de la tarde".
Al abrirse la pieza, la flauta del fauno entona suavemente el motivo principal, lánguidamente sincopado, consistente en pasajes escalonados, cromatizados dentro de la gama de tres tonos enteros. Las trompas apagadas y los suaves glissandos del arpa responden. El énfasis recae en el tritono, el más ambiguo de los intervalos. Todos estos elementos contribuyen a recrear la atmósfera onírica del poema de Mallarmé. A continuación, el tema principal pasa por varios colores instrumentales mientras las cuerdas en tremolando crean un telón de fondo de bruma lúgubre de mediodía.
Tras la introducción de un segundo y un tercer tema por parte de las maderas, la pieza alcanza lentamente su clímax. Vuelve el primer tema, más lánguido que nunca. Finalmente, un violonchelo solista, y luego un oboe, se unen a la flauta, mientras las trompas, los violines y las maderas tejen un final encantado, coloreado por frases repetidas para arpa y el timbre de címbalos antiguos, puntuado por un par de golpes de pizzicato bajos y susurrantes.
Esta sensual partitura provocó una revolución musical cuando apareció hace más de un siglo, el 22 de diciembre de 1894, en un concierto de la Sociedad Nacional de Música en París. Todos los aspectos de esta música de frágil belleza y exquisita factura iban en contra de todas las tendencias musicales del siglo XIX, desde Beethoven hasta Wagner. La nueva fluidez de las formas fue una de las grandes aportaciones de Debussy a la música moderna. Además, el importante papel que Debussy concedió al color instrumental en su Prélude lo diferenció de todas las partituras orquestales anteriores. Como señaló acertadamente Pierre Boulez: "La flauta de la Faune de Debussy insufló aire nuevo al arte de la música". -Kathy Henkel