Chôros No. 10 "Rasga o Coração"
De un vistazo
Compuesto: 1926
Duración: c. 12 minutos
Orquestación: flautín, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, contrafagot, saxofón alto, 3 trompas, 2 cornetas, 2 trombones, timbales, percusión (gran tambourin de Provence, bombo, caxambu [tam-tam brasileño], 2 puita [tambores de fricción], reco-reco [rascador, pequeño y grande], caisse-claire, tambour, tam-tam grande, woodblocks, wood shaker, metal shaker), arpa, piano, coro y cuerdas.
Primera actuación de la Filarmónica de Los Ángeles: 23 de mayo de 1997, Esa-Pekka Salonen
Sobre esta pieza
Nacido en Río de Janeiro, Heitor Villa-Lobos creó una música que se basaba en elementos de su Brasil natal a través del prisma de la orquesta occidental. Al hacerlo, captó la esencia, más que la realidad, del folclore brasileño.
En la producción de Villa-Lobos destacan dos conjuntos de obras que van desde miniaturas íntimas para pequeños conjuntos hasta poemas sonoros orquestales de dimensiones sinfónicas: las Bachianas Brasileiras y los Chôros. Ambas colecciones hacen uso de elementos populares y folclóricos autóctonos brasileños, mezclados con la tradición europea. En las Bachianas Brasileiras, cuyo título es más explícito, Villa-Lobos reflexiona sobre la posibilidad de que Johann Sebastian Bach sea un compositor brasileño del siglo XX (del mismo modo que Prokofiev imaginó a Haydn o Mozart como sus contemporáneos en su Sinfonía "Clásica"). También la serie Chôros aúna elementos formales e instrumentales europeos con instrumentos y materiales autóctonos de Brasil.
El título Chôros se refiere en cambio a los músicos callejeros urbanos de Brasil. Chôros nº 10 es considerada por muchos la obra maestra de la serie; no sólo requiere una orquesta completa, sino también un gran coro y una batería suplementaria de instrumentos de percusión brasileños. El subtítulo de la obra, "Rasga o Coração" ("Rasga el corazón"), procede de un poema de Catulo da Paixão Cearense que sirve de texto opcional. El compositor especifica: "También se puede vocalizar en ¡Ah! en lugar del texto en portugués". Las palabras que se cantan (en la entrada del coro), Ja-ka-tá ka-ma-ra-já, no aparecen en el poema de Cearense, sino que fueron elegidas por el compositor por su efecto puramente sonoro. La melodía lírica que pronto emerge en ¡Ah! es de un contemporáneo mayor de Villa-Lobos, el compositor brasileño Anacleto Augusto de Medeiros (1866-1907).
Villa-Lobos se inspira tanto en la música de las grandes ciudades internacionales de Brasil, como Río de Janeiro y São Paulo, como en la del interior del país. Los ritmos de la danza urbana y la fantasiosa versión de Villa-Lobos de los cantos indígenas se sintetizan en una enorme escala sinfónica.
Terminado en Río en 1926 (después de que Villa-Lobos regresara de Europa), el Chôros nº 10 deja entrever sutilmente la influencia de la escena europea: la superficie desnuda y la inmediatez del fauvismo, las texturas limpias del neoclasicismo stravinskiano, e incluso los rasgos motores y mecanicistas del futurismo italiano. Sin embargo, el resultado neto de la obra es totalmente único. Lo más notable en su frescura es la hipnóticamente vigorosa segunda mitad, en la que una base rítmica impulsora construida sobre los patrones nítidos y deliberados de la danza brasileña subyace al elevado lirismo del coro que personifica el espíritu del canto indígena. A través de la clara delineación (o estratificación) de la melodía y el ritmo, los mundos dicotómicos de la canción y la danza, la selva y la ciudad, la espiritualidad y el modernismo coexisten de forma significativa. A través de esta síntesis, Villa-Lobos consigue mantener fielmente el espíritu de la música brasileña de una manera verdaderamente sinfónica, así como inventar un espacio musical claramente individual. -David Fick