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De un vistazo

Duración: c. 5 minutos

Sobre esta pieza

Antonio Bazzini es bien conocido por los violinistas, pero por pocos, ya que su reputación descansa casi por completo en su tour de force de cinco minutos de dificultades violinísticas conocido como La ronde des lutins (La danza de los duendes). De hecho, ése es su co-título, que aparece junto al nombre más objetivo Scherzo fantastique. Y sin embargo, si prestamos atención, podemos encontrarlo asomando por otros rincones de una forma que sugiere lo consecuente que fue en el mundo musical del siglo XIX.

Tras estudiar en su Brescia natal, recibió el estímulo de Paganini y emprendió una carrera internacional como virtuoso ambulante. De 1840 a 1845 vivió en Alemania, donde actuó como solista con la Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, dirigida por Felix Mendelssohn. Pasó temporadas tocando y enseñando en Dinamarca, el sur de Italia (Nápoles y Palermo), España, Francia y los Países Bajos antes de regresar a Brescia, donde se dedicó a la enseñanza y la composición. En 1868, fue nombrado presidente de la Sociedad de Conciertos de Brescia y desempeñó un papel decisivo en la promoción de la música de cámara clásica germánica en Italia, llegando a componer él mismo seis cuartetos de cuerda y dos quintetos. En 1873 fue nombrado profesor de composición del Conservatorio de Milán, del que pasó a ser director en 1882. Al menos tres de sus alumnos de composición destacaron en el mundo de la ópera: Pietro Mascagni, Alfredo Catalani y Giacomo Puccini. El propio Bazzini había probado suerte en la ópera, estrenando su Turanda en La Scala de Milán en 1867; se basaba en la misma historia que serviría a Puccini para Turandot más de medio siglo después. Bazzini también apareció en relación con una Misa de Réquiem que se estaba organizando apresuradamente tras la muerte de Gioachino Rossini, en 1868, cuando se encargó a 13 compositores un movimiento cada uno. El proyecto fue víctima de disputas políticas, y la contribución de Bazzini, un conmovedor "Dies irae", no se escuchó hasta que se interpretó el Réquiem redescubierto en 1988. Sin embargo, una sección ya se conocía antes: El "Libera me" final de Giuseppe Verdi, que adaptó cuando compuso su propia versión del Réquiem.

La fascinación romántica por los maléficos seres sobrenaturales dejó su impronta en el repertorio violinístico con obras como las Variaciones sobre Le streghe (Las brujas, 1813) de Paganini y el Gran Capricho sobre Erlkönig de Schubert, para violín solo (1854) de Heinrich Wilhelm Ernst, con la Sonata Trino del diablo de Tartini como evidente antecesora. Como aún no se había hablado de los duendes, Bazzini llenó ese nicho con un jugueteo de duendes que pone al intérprete a través de todo tipo de pasos pirotécnicos, incluyendo el arco de rebote, pizzicatos de la mano izquierda, digitaciones alternas, carreras de terceras y décimas con doble parada, trinos con doble parada y dobles armónicos. -James M. Keller