Sinfonía No. 2
De un vistazo
Sobre esta pieza
Brahms compuso su Segunda Sinfonía durante el verano de 1877 en el pueblo de Pörtschach, a orillas del Wörthersee, un pintoresco refugio lacustre austriaco. La otra obra notable surgida de este año sabático fue el oscuro y torturado motete "¿Por qué se da la luz a los miserables?". Sorprendentemente, algo de esta oscuridad se esconde también bajo la superficie de la sinfonía, algo que Brahms explicó a un admirador que preguntó al compositor por "los estruendosos timbales" y "los sombríos y lúgubres tonos de los trombones" en el primer movimiento, especialmente durante su tranquilo final. Brahms proporcionó esta explicación, señalando la conexión con el motete:
"Tengo que confesar que soy", escribió el compositor, "una persona severamente melancólica, que las alas negras aletean constantemente sobre nosotros, y que en mi producción -quizá no del todo por casualidad- esa sinfonía [la Segunda] va seguida de un pequeño ensayo sobre el gran 'Por qué'. Si no lo conoce, se lo enviaré. Proyecta la sombra necesaria sobre la serena sinfonía y quizá explique esos timbales y trombones".
La sinfonía se abre con bastante serenidad, ya que Brahms ofrece a las trompas, los vientos y, por último, las cuerdas, una melodía que ciertamente puede calificarse de serena. Esta melodía surge de tres notas que suenan en los bajos y los violonchelos, tres notas que son el germen temático de toda la sinfonía y que se repiten en diversas encarnaciones a lo largo de la obra. A la melodía le sigue un redoble de tambor apagado y un canto fúnebre de tres notas de los trombones y la tuba: la tormenta amenaza ya el idilio pastoral de Brahms.
El segundo movimiento se abre con una de las melodías más bellas que Brahms haya compuesto jamás, interpretada por los violonchelos. El movimiento destaca por sus pasajes de abrumadora desesperación, posibles gracias a la inestabilidad tonal del tema del violonchelo. Brahms juega con esta inestabilidad, aprovechando al máximo el movimiento entre los modos mayor y menor, y el consiguiente contraste entre el reposo y la agitación que permite.
El tema del oboe que inicia el Allegretto grazioso es una transformación de esas tres primeras notas del primer movimiento, y constituye la base de las secciones La de este movimiento La-Si-La-Si-La. Las secciones de Si, marcadas al doble del tempo del Allegretto grazioso, proporcionan un rítmico contraste con el sabor a vals campestre de las secciones de La que las rodean.
En el final en forma de sonata, Brahms retiene los trombones hasta la recapitulación, cuando hacen su aparición bañados en luz, unidos al resto de la orquesta para hacer sonar el exultante tema del movimiento y luego tocar los acordes finales del final en su registro más agudo. -John Mangum