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De un vistazo

Compuesto: 2009

Duración: c. 35 minutos

Orquestación: 3 flautas (3ª = flautín), flautín 2, 3 oboes, corno inglés, 3 clarinetes (3ª = clarinete bajo 2), clarinete bajo, 2 fagotes, contrafagot, saxo alto, 6 trompas, 4 trompetas, 3 trombones, tuba, timbales, percusión (temple block, bongos, castañuelas, carillones, clave, conga, cencerro, crotales, platillos suspendidos, bombo, caja, glockenspiel, gongs afinados, kit de jazz, marimba, vibráfono, pandereta, tam-tams, timbal, tom-toms, triángulo, xilófono), piano, celesta, 2 arpas y cuerdas

Primera actuación de la Filarmónica de Los Ángeles: 8 de octubre de 2009, Gustavo Dudamel dirigiendo (estreno mundial)

Sobre esta pieza

El primer nombramiento de Gustavo Dudamel como Director Musical Designado de la Filarmónica de Los Ángeles fue nombrar a John Adams para el nuevo puesto de Presidente Creativo. Adams tiene una larga y productiva historia con la orquesta, que se remonta a 1981. City Noir es el último panel de un tríptico de obras orquestales que "tienen como tema la experiencia de California, su paisaje y su cultura", dice Adams. Las otras dos son El Dorado (encargo de la Sinfónica de San Francisco) y The Dharma at Big Sur (concierto para violín encargado por la Filarmónica de Los Ángeles para una de las galas inaugurales del Walt Disney Concert Hall en 2003).

El compositor ha escrito la siguiente nota sobre City Noir:

City Noir surgió a raíz de mi lectura de los llamados libros "Dream" de Kevin Starr, una brillante historia cultural y social de California en varios volúmenes. En el capítulo "Black Dahlia" de su volumen Embattled Dreams, Starr describe el tenor y el ambiente de finales de los años 40 y principios de los 50, tal y como se expresaba en el periodismo sensacionalista de la época y en el oscuro e inquietante claroscuro de las películas de Hollywood que han llegado a definir para nosotros la sensibilidad de la época:

"...la parte de abajo del frente del hogar y de la posguerra de Los Ángeles se reveló. Aún así, a pesar de toda su chapuza, la Ciudad de los Ángeles poseía una cierta energía descarada y experta. Era, entre otras cosas, un tipo de ciudad de primera plana donde la vida era vivida por muchos en el borde, y eso era una buena copia y un buen cine negro".

Esas imágenes y el aura que las rodeaba me abrieron el apetito por una obra orquestal que, aunque no se refiriera necesariamente a las bandas sonoras de esas películas, pudiera evocar un estado de ánimo similar y el tono de los sentimientos de la época. La música de City Noir tiene forma de sinfonía de 30 minutos. El peso formal y expresivo de sus tres movimientos se distribuye en bolsas de gran energía que se anidan entre zonas de un lirismo más pausado -incluso podría decirse "cinematográfico"-.

El primer movimiento, "La ciudad y su doble", se abre con un breve y poderoso panorama de "pantalla ancha" que da paso a un murmullo de diálogo entre el pizzicato del contrabajo y las escurridizas figuras en los maderos y teclados. El tic-tac constante de un baterista de jazz impulsa esta actividad tensa y nerviosa hacia adelante - una escena callejera vacía de última hora, si se quiere. Una melodía que surge en los cuernos y los violonchelos puntuada por "balas" de bronce punzantes lleva el movimiento a un clímax casi caótico antes de que se derrumbe repentinamente en pedazos y fragmentos, un estancamiento repentino que da paso al segundo movimiento.

El título, "La ciudad y su doble", es una mirada retrospectiva al dramaturgo francés Antonin Artaud, quien en sus escritos se dice que "opone la vitalidad de la experiencia sensual del espectador contra [un concepto convencional de] el teatro como una forma literaria artificial". De ahí que mi "ciudad" pueda ser imaginada no sólo como un lugar geográfico o incluso como un nexo social, sino más bien como una fuente de inagotable experiencia sensual.

Como un alivio contrastado al frenesí del final del primer movimiento, "La canción es para ti" se toma su tiempo en ensamblarse. Gradualmente un perfil melódico en el saxo alto solista emerge de los charcos de sonoridades cromáticamente teñidas que lo rodean. La melodía anhela, pero sigue retrocediendo de la arquetípica nota "azul". Pero finalmente la canción encuentra su pleno florecimiento en la voz del trombón solista, un solo "parlante", a la manera de los grandes solistas de Ellington, Lawrence Brown y Britt Woodman (ambos, acertadamente, Angelinos).

"Boulevard Night" es un estudio de colores cinematográficos: a veces, como en el malhumorado solo de trompeta chi- natown cerca del principio, es lánguido y nocturno; a veces, como en la espasmódica música de motor que se detiene y arranca tosiendo en las cuerdas entrecortadas, es animal y palpitante; y otras veces, como en el sinuoso y resbaladizo tema de saxofón que vuelve una y otra vez, cada vez con una capa extra de maquillaje escénico, es descarado y grosero. La música debería tener el efecto ligeramente desorientador de un bulevar muy concurrido y poblado de personajes extraños, como los de una película de David Lynch, de esos que sólo salen a pavonearse muy tarde en una noche muy calurosa. - John Adams © 2009