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De un vistazo

Escuche el audio:

Compuesto: 2019

Sobre esta pieza

Mi padre me contó una historia que dice algo así: 

"En algún momento de los años 20, en un bar de las afueras de Oatman, sáb. un viejo piano. Detrás de él había sáb. un pianista aparentemente mayor. Llevaba allí desde siempre. Nadie podía recordar cuándo no lo estaba. Tocaba a cambio de propinas y de copas y se complacía en ofrecer la música que cualquiera quisiera escuchar. De vez en cuando, sin embargo, canalizaba los espíritus de Schubert, Mahler y Berg. Todo el mundo se había acostumbrado a sus divagaciones musicales a lo largo de los años y su música les había llevado a lugares inesperados. Ah, sí, hablaba un poco raro y se decía que era judío. Pero, supongo que ya lo habías sospechado".

A principios de la década de 1930, cuando era joven, mi padre y algunos otros amigos izquierdistas de la WPA atravesaron el país en un viejo cacharro. Llegaron a Oatman, AZ, un pueblo minero casi abandonado. Todavía está allí. Se habían quedado sin dinero y necesitaban conseguir efectivo para comprar comida, gasolina y, sobre todo, para salir de Oatman. En el café/bar había un cartel que decía "Se busca pianista para baile, sábado por la noche". Mi padre, que podía tocar cualquier número de Gershwin, Berlín, swing, rumba, lo que fuera, pidió el trabajo. "Siempre y cuando puedas tocar nuestra música", dijo el tipo detrás del mostrador. Teddy firmó con total confianza. Imagínate el susto que se llevó el sábado cuando le pidieron que tocara el "Bear Fat Fling". Por supuesto, se las ingenió para tocarla. Curiosamente, fue este mismo "Bear Fat Fling" el que aprendí más tarde cuando empecé a interpretar la música de Charles Ives.

Para mi padre -y mi abuelo, e incluso mi bisabuelo- la música era una especie de diario de toda la vida, o compañero de confesiones, al que siempre se añadían nuevas entradas. A mí me ocurre lo mismo, y al componer estas Meditaciones sobre Rilke, cuyos poemas son tan variados en cuanto a su estado de ánimo y carácter, mi propio "diario musical" de toda la vida fue una lente a través de la cual ver y expresar esta poesía.

Basado en motivos que se repiten, se recombinan y se transforman de forma diferente en cada canción, el ciclo se abre con un solo de piano que evoca la historia que me contaba mi padre sobre el excéntrico pianista de Oatman. Forma parte de la canción de apertura, "Herbsttag" (Día de otoño), que fue la primera que se escribió y ha existido para voz solista, trombón solista, violonchelo solista y ahora esta versión acompañada. "Herbsttag" introduce la mayoría de los motivos que se escuchan en el resto del ciclo. La cuarta canción, "Immer wieder" (Otra vez, otra vez) es como una "canción de vaqueros" de Schubert. Mi padre a menudo señalaba la similitud entre canciones como "Red River Valley" con muchas de las canciones de Schubert. La quinta canción "Imaginärer Lebenslauf" (Biografía imaginaria) es un dúo inspirado por la maravillosa oportunidad de tener a Sasha Cooke y Ryan McKinny como voces en estas actuaciones. La sexta canción, "Herbst", vuelve al tema del otoño. Se abre con un solo de flauta que conecta los motivos de las canciones anteriores en una larga melodía.

El lenguaje musical de estas canciones es bastante tradicional. Hay melodías, armonías, líneas de bajo, contrapunto invertible. Gran parte de este material musical me acompaña desde hace años, décadas. Mi mayor preocupación siempre ha sido: "¿Qué le queda al oyente cuando la música termina?". Espero que algunas de estas reflexiones musicales de muchos años se queden con usted. -Michael Tilson Thomas