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De un vistazo

Compuesto: 2021

Duración: c. 28 minutos

Orquestación: piccolo, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 4 trompas, 3 trompetas, 2 trombones, trombón bajo, timbales, percusión (1=vibráfono de platillos suspendidos, pandereta, tam-tam, guiro, maracas, caja; 2=crotales, glockenspiel, gong grande, xilófono, látigo, congas; 3=triangular, gong, bongos, platillos, caja, árbol de marcas, bloque de templo), arpa, piano/celesta, violín solista y cuerdas

Primera actuación de la Filarmónica de Los Ángeles: 14 de mayo de 2022, Gustavo Dudamel  dirigiendo

Sobre esta pieza

Hasta la fecha (mayo de 2022), la compositora mexicana Gabriela Ortiz ha creado siete obras en la serie de "altares musicales", y no hay razón para suponer que no escribirá más en el futuro. Esta es la lista completa hasta ahora: 

Altar de neón (1995), para cuatro percusionistas y orquesta de cámara
Altarde muertos (1997), para cuarteto de cuerda, tambores de agua y máscaras
Altar de piedra (2002), para tres percusionistas y orquesta
Altar de fuego (2010), para orquesta
Altar de luz (2013), para cinta
Altar de viento (2015), para flauta y orquesta

Y es que para Gabriela Ortiz, el altar no es un concepto religioso, sino que su significado tiende más a lo simbólico, a lo espiritual y a lo mágico; un altar es un lugar para poner en relieve la música. Sin embargo, la primera obra de la serie se inspiró en un auténtico altar de neón que encontró en una iglesia. En esta imagen tan improbable, encontró un sincretismo cultural, un borrado de fronteras, un eclecticismo conceptual que bien puede sintetizarse en la idea de lo posmoderno, que resulta ser una de las principales tendencias estéticas que definen su música. 

En los últimos años, Ortiz ha establecido una estrecha relación de trabajo con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, relación que ha dado lugar a varias obras y sus respectivos estrenos: Altar de piedra (2002), Téenek (2017), Pico-Bite-Beat (2018), Yanga (2019), y Kauyumari (2021). Cuando en 2021 surgió la oportunidad de una nueva colaboración, el compositor estaba preparado (y dispuesto) a escribir un concierto para violín; entonces, Gustavo Dudamel , director musical y artístico de la LA Phil, propuso el nombre de la brillante y joven violinista española María Dueñas. Así, el escenario estaba preparado para la creación de Altar de cuerda ("Altar de cuerda"), para violín y orquesta.

Al abordar la cuestión de la forma en su nueva obra, Gabriela Ortiz procede según la tradición y elige la estructura habitual de tres movimientos, rápido-lento-rápido. En el primer movimiento, "Morisco chilango", la compositora ha incluido algunos sutiles giros melódicos que imparten un sabor vagamente mediterráneo, un guiño a las raíces andaluzas de María Dueñas. En general, "Morisco chilango" representa una más de las visiones de Gabriela Ortiz sobre la apropiación y reapropiación cultural, un tema importante en su pensamiento musical. (Ella misma es, por cierto, orgullosamente chilanga).

En "Canto abierto", la referencia lejana es a las capillas abiertas que eran una característica común en las iglesias mexicanas del siglo XVI, construidas para catequizar a las comunidades indígenas aún reticentes a entrar en un templo. Aquí, el principio operativo del compositor es la creación de acordes que se construyen y deconstruyen, armonías que crecen y se contraen lentamente como un oleaje marino que puede percibirse visualmente en la partitura, mientras el violín solista flota líricamente sobre las olas sonoras. Al principio y al final del movimiento, todos los músicos de viento (tanto de madera como de metal) tocan copas de cristal afinadas, que crean un campo armónico adicional. 

"Maya déco" es un movimiento virtuoso, muy rítmico y rápido, con un diálogo constante entre el violín solista y la orquesta; casi al final de la pieza, hay una cadencia totalmente escrita para el solista.  

El oyente atento descubrirá que hay referencias a la arquitectura en todo Altar de cuerdade Altar de cuerda. Por un lado, esto puede atribuirse al hecho de que esas apropiaciones transfronterizas que ocupan el pensamiento de la compositora son particularmente evidentes en la arquitectura; por otro lado, sucede que el padre de Gabriela Ortiz, Rubén Ortiz Fernández, no sólo era un destacado melómano y músico, sino también arquitecto de profesión.

Cabe destacar que en todas las obras de Gabriela Ortiz Altares (a excepción de Altar de luz) hay una importante (y a veces protagonista) presencia de instrumentos de percusión; Altar de cuerda incluye, además de los timbales, tres percusionistas que desempeñan un papel más relacionado con el color que con el ritmo.

Gabriela Ortiz escribió Altar de cuerda entre septiembre y diciembre de 2021, por encargo de la Filarmónica de Los Ángeles, y la obra es el primer concierto dedicado a María Dueñas.

-Juan Arturo Brennan