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De un vistazo

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Compuesto: 1910-1913, rev. 1947

Duración: c. 33 minutos

Orquestación: flautín, 3 flautas (3º = 2º flautín), flauta alta, 4 oboes (4º = 2º corno inglés), corno inglés, 3 clarinetes (3º = 2º clarinete bajo), clarinete en Mi bemol, clarinete bajo, 4 fagotes (4º = 2º contrafagot), contrafagot, 8 trompas (7ª y 8ª = tuba Wagner), trompeta piccolo, 4 trompetas, 3 trombones, trombón bajo, 2 tubas, 2 juegos de timbales, percusión (platillos antiguos, bombo, platillos, guiro, tam-tam, pandereta, y triángulo), y cuerdas

Primera actuación de la Filarmónica de Los Ángeles: 31 de agosto de 1928, Eugene Goossens dirigiendo

Sobre esta pieza

"La idea de La Consagración de la Primavera se me ocurrió cuando aún estaba componiendo Pájaro de Fuego", recordaba Igor Stravinsky, 45 años después del estreno del ballet en 1913, en su libro Conversaciones. "Había soñado con una escena de ritual pagano en la que una virgen elegida para el sacrificio bailaba hasta morir". Si hemos de creer a Stravinsky, este sueño marcó el inicio de un proceso que culminó con el estreno de una de las obras musicales más importantes del siglo XX.

La música de Stravinsky debía captar el espíritu del escenario, que había esbozado con la ayuda del pintor y etnógrafo Nicholas Roerich y del bailarín y coreógrafo Mikhail Fokine durante la primavera y el verano de 1910. Roerich había llenado la cabeza de Stravinsky con relatos sobre todo tipo de rituales de la antigua Rusia -divinaciones, sacrificios, danzas, etc.- en los que participaban diversos personajes. El ballet resultante representa el regreso de la primavera y la renovación de la tierra a través del sacrificio de una virgen. En su versión manuscrita de la historia, Stravinsky describió El rito como "una obra coreográfica musical. Representa la Rusia pagana y está unificada por una sola idea: el misterio y el gran surgimiento del poder creador de la primavera....".

Stravinsky terminó la partitura el 29 de marzo de 1913 y, exactamente dos meses después, el ballet se estrenó en París, en el Théâtre des Champs-Élysées, donde provocó el famoso escándalo que inauguró la música moderna. La coreografía de Nijinsky y la fuerza salvaje y desenfrenada de la partitura de Stravinsky eran algo totalmente nuevo. Stravinsky escribió para una de las orquestas más grandes de su historia y la utilizó con una seguridad y una confianza que difícilmente cabría esperar de un compositor que acababa de cumplir 20 años y que sólo contabacon dos grandes éxitos a sus espaldas: Elpájaro de fuego y Petrushka.

Pero esas dos partituras, con toda su individualidad y sus logros, no parecían conducir a La Consagración. Lo que hizo Stravinsky fue totalmente inesperado. La acción escénica de la segunda parte del ballet, que conduce al sacrificio, bastó para captar la atención incluso de aquel público estridente de la primera representación. Por fin en silencio, pudieron escuchar la partitura de Stravinsky y ver cómo Maria Piltz, la bailarina que interpretaba a la víctima del sacrificio, permanecía inmóvil mientras el ritual se desarrollaba a su alrededor, cobrando vida poco a poco para interpretar su danza, con sus angulosas contorsiones y torturados movimientos.

Su hundimiento, que según Stravinsky representaba "el ciclo anual de las fuerzas que nacen y vuelven a caer en el seno de la naturaleza", marcaba el final de otro ciclo, que sólo unos años antes había culminado en el ultrarromanticismo de Gustav Mahler y el joven Richard Strauss. El "seno de la naturaleza" había producido algo nuevo en su lugar: Stravinsky y el modernismo musical. -John Mangum